Además de mapas son guías de consejos. Google ha tardado dos meses en que los nuevos mapas estén al alcance de todos. La nueva versión ha salido casi a la vez para Android y para iPhone, la más esperada después del fiasco de los mapas de Apple. En el caso del iPad el programa se distingue por estar pensado para usarse en horizontal. Con un atril en el salpicadero podría hacer perfectamente de GPS.
La primera sensación es que el programa es mucho más claro, ágil y visual, pero con una limitación, se ha eliminado una de las opciones más prácticas. Ya no se puede usar Google Maps si se carece de conexión.
Las rutas pueden realizarse andando, en transporte público o en coche particular, como antes, solo con Android se puede seguir el trazado más adecuado para ir en bicicleta. Aunque en ambos casos hay una capa para los amigos de los pedales. En ambos casos desaparecen bordes y controles de menú para que prime el mapa.
La capa dedicada a la información del tráfico es la más novedosa. Aparecen las calles en tres colores: verde, amarillo y rojo, según la fluidez que tenga en tiempo real. Lo lógico será que en cuanto consigan incluir los datos de Waze, su última adquisión, la experiencia sea todavía más rica. Por lo demás, se mantiene la visión del lugar en versión relieve y desde los satélites.
A medida que se usa la aplicación, mejora. Va reconociendo y memorizando lugares habituales del susuario, como el lugar del trabajo o el domicilio. Después sabe cuáles son las rutas preferidas para así dirigir al conductor por dónde se siente más seguro. Incluye búsqueda por voz. Si el lugar es conocido ya, el resultado es inmediato.
Aunque es pronto para decirlo, Google podría estar ya incorporando tecnología de Waze, empresa israelí que adquiró el pasado mes por unos 1.300 millones de dólares. Waze se especializa en incorporar datos del tráfico en función de los datos que proporcionan los mismos conductores, bien sobre atascos, bien sobre accidnetes y obras.
Google Maps gustará a aquellos que se sienten cómodos en el universo Google, son prácticos y quieren ahorrar tiempo, pero no es un programa apto para paranoicos. Entre otras cosas porque guarda el historial de búsquedas.
En el aspecto comercial recuerda a FourSquare, una aplicación para descubrir los lugares de interés de amigos y si están ahora mismo en algún lugar. Al igual que sucede en este programa, no hace falta buscar una dirección para saber llegar, sino que sugiere lugares basándose en el conocimiento que ya ha adquirido del usuario. Se puede escoger entre restaurantes, bares, cines, monumentos, eventos culturales, solo que los llaman “comer", "beber" (que abarca desde cafés a pubs), "dormir", "comprar" y "dormir”. No se conforman con lo habitual, sino que van más allá con categorías como hospitales, aparcamientos, estaciones de servicio o cajeros automáticos.
Una vez que se escoge alguno de estos comercios el despliegue de fotos es notable. Se accede al teléfono del lugar con horario de apertura, servicios que ofrece, lo más popular entre los consumidores...
La adquisición de Zagat, guía gastronómica líder en EEUU, les ha servido para incluir, como ya pasa en Google +, las reseñas de los que han utilizado ya ese servicio. Para seguir la moda (y satisfacer a los que no leen demasiado) incluyen la calificación con estrellas.
Y si algo sale mal, no nos gusta o está roto, como en las viejas máquinas de pinball, hay que agitar el móvil. Así se entra al formulario para hacer sugerencias y correcciones sobre la información mostrada por Google.
La nueva versión de Google Maps llega en un sector donde cada vez existe mayor competencia, por los servicios de valor añadido que acarrean. Si se tiene el lugar del usuario, el comercio puede ofrecer al instante ofertas adaptadas al momento.